Comenzamos hoy el nuevo curso. La mayoría de vosotros estudiáis 2º de Bachillerato por primera vez y muchos estaréis nerviosos pensando si seréis capaces o no de aprobar todas vuestras asignaturas. Está claro que los estudios que vais a empezar este año no son triviales, muchos contenidos requerirán de vosotros un gran esfuerzo intelectual, e incluso alguno de vosotros, después de haber estudiado, podrá incluso suspender algún examen. Pero el truco consiste en tener una buena motivación y en tener unos buenos hábitos de estudio.
La motivación os servirá para que no os vengáis a bajo en los momentos de mayor tensión, cuando se os acumulen varios exámenes en una semana, o cuando suspendáis algún examen. Cuando esto suceda, lo mejor es analizar que ha pasado, cuales han sido las causas, y buscar las soluciones adecuadas. Las personas inteligentes no son aquellas que nunca se equivocan, sino aquellas que saben resolver todos esos problemas que se nos plantean a diario y que cuando se equivocan, saben levantarse y buscar soluciones.
Los hábitos de estudio son imprescindibles. Algunos de vosotros habrá aprobado cursos de educación secundaria casi sin esfuerzo. A medida que los cursos avanzan, la cosa se complica: los contenidos ya no son triviales, tenéis muchas asignaturas, se os exige nota para entrar en determinadas carreras, habrá semanas en las que tengáis varios exámenes, el temario es el temario del que os examinaréis en Selectividad, … Por todo ello es conveniente que desde el primer día llevéis las asignaturas al día. No vale de nada un atracón los dos últimos días.
También es importante que tengáis vuestros momentos de ocio en los que os liberéis de la tensión. Tan problemático es no tener unos buenos hábitos de estudio como un exceso de responsabilidad. He tenido alumnos que se han derrumbado en la última semana del curso por la tensión que han acumulado.
Mi objetivo es que todos vosotros terminéis aprobando la asignatura, y que lleguéis a disfrutar de las Matemáticas. Espero que alguno de vosotros llegue a apasionarse con un problema, de esos que no se sabe como meterles mano, que llegue a soñar con él, y que un día, os levantéis de la cama a medianoche con el problema resuelto. Esa satisfacción que obtendréis desgraciadamente no podréis compartirla con casi nadie pues pocos os entenderán. Alguno os dirá para que sirve, otros si merecía la pena tanto esfuerzo. Se cuenta que una vez le preguntaron a Edmund Hillary por qué había subido al Everest. Él sólo contestó: “Porqué estaba ahí”.
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